Los orígenes del género del paisaje se remontan a los fondos de las pinturas renacentistas, de las que emergían suavemente como una puesta en escena de un tema mitológico, bíblico, o de algún episodio político. Estas escenas históricas pasaron a un segundo plano, y comenzaron a dejar paso a la representación del paisaje por sí mismo. Hoy en día la estética paisajística se expresa a través de un vocabulario que pasa por estados psicológicos y emocionales: bucólico, pintoresco, exótico, sublime.
A un nivel individual el paisaje es biográfico: lugar es para el paisaje lo que identidad es para el retrato. Estamos inmersos en este medio, el paisaje, que es dinámico y sensorial, y lo habitamos y experimentamos con nuestros cuerpos y nuestras mentes.
Actualmente vivimos en un mundo lleno de imágenes digitales. El paisaje que experimentamos mentalmente es una mezcla del real y de las imágenes que contemplamos a través de los dispositivos electrónicos omnipresentes en nuestras vidas. Los dibujos y pinturas de Ana Martínez son el resultado de la detenida observación de estos dos estímulos visuales que nos rodean y reflejan como esto afecta a nuestra experiencia de paisaje.
En su obra, Ana invierte el proceso natural de lo real a lo virtual, convirtiendo las imágenes digitales en manuales, y crea paisajes que provienen del subconsciente colectivo de nuestra era.
‘En contraste con el arte tradicional, el arte moderno no oculta el hecho de que es algo hecho y producido: por el contrario, subraya el hecho’. Theodor W. Adorno.
Sólo recuerdo la emoción de las cosas,
y se me olvida todo lo demás;
muchas son las lagunas de mi memoria.
Antonio Machado